viernes, 31 de marzo de 2017

UD. 5 YO TENGO DERECHOS

Quizá te sorprenda saber que la Iglesia nunca ha suscrito la Declaración Universal de los Derechos Humanos y te preguntes “¿cómo es esto posible?”. Tal vez te parezca algo inaudito…
Ciertamente, en un primer momento resulta algo desconcertante. Sin embargo, la Iglesia, que es la principal defensora de los derechos humanos, considera que esta Declaración de derechos no es tan “universal” como dice en su propio título.
El artículo 1 de la Declaración afirma: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y en derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros”. Esto, que está muy bien y es digno de alabar, no contiene, sin embargo, referencia alguna a los derechos de los no nacidos. Algo en lo que la Iglesia cree firmemente y que defiende con denodado esfuerzo. Sólo habla de aquellos que “nacen”. Lo que sería extraño es que la Iglesia católica se adhiriera a una Declaración que se le queda “corta”. La Iglesia va más allá. Hacerlo sería como un “autolimitarse” la Iglesia misma en sus más profundas convicciones.
Y es que las cosas no son tan simples como pudiera parecer…

Objetivos:

1. Comprender la posición de la Iglesia respecto a la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
2. Distinguir defensa y promoción de los derechos humanos y suscribir la Declaración. 
3. Conocer el fundamento y el origen de la Declaración y el por qué a la Iglesia le parecen insuficientes tanto en el contenido como en la forma. 
4. Averiguar cómo la Iglesia lleva adelante la defensa y promoción de los derechos recogidos en la Declaración y de los otros derechos no recogidos en la misma. 
5. Reflexionar sobre la tergiversación que de la postura de la Iglesia hacen ciertos sectores ideológicos de la sociedad. 

Contenidos:

1. El punto de partida. La Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano.
2. ¿Cómo reaccionó la Iglesia?
3. Los derechos humanos en la Iglesia.
4. Testigos de los derechos humanos.
5. Los derechos humanos y el Evangelio.
6. Cristianismo y derechos humanos.



Cuestiones:

1. Como sabes, la Revolución Francesa permite identificar un "antes" y un "después" en la historia de Europa... Ahora bien... ¿Con qué rompe? ¿Qué trae consigo? Concreta.
2. ¿En qué consiste el anticlericalismo revolucionario francés? Caracteriza.
3. ¿Cómo reaccionó la Iglesia católica ante las teorías y derechos de los ciudadanos proclamados por la Revolución Francesa? ¿Por qué?
4. ¿Qué consecuencias tuvo todo ello para la Iglesia del siglo XIX?





lunes, 27 de marzo de 2017

EL VERDADERO PUNTO DE ENCUENTRO. DE LA EXCLUSIÓN A LA INCLUSIÓN (II)

La credibilidad de las religiones.
Todas las religiones, pero en especial el cristianismo afronta nuevos desafíos planteados por la exitosa metodología de las ciencias y por la visión del mundo que esta ha generado.
Ciertamente, en la actualidad la visión científica del mundo cuestiona las concepciones heredadas de la naturaleza, de la humanidad y de Dios.
La credibilidad de las religiones está en juego a causa de la repercusión de las nuevas concepciones del mundo natural y del lugar que la humanidad ocupa en él. Pero más aún, a causa de la desacreditación del pensamiento religioso en general y de la teología cristiana en particular.
Para un elevado porcentaje de personas con formación, la teología cristiana (o para el caso, la de cualquier otra religión) no es razonable; consideran que no satisface los estándares de la vida intelectual moderna, sobre todo en su relación con la ciencia.
La Iglesia no puede seguir forzando la inteligibilidad de la fe bajo el “principio de autoridad”: lo dice el papa, el Magisterio, la Biblia, los teólogos…, pues este este principio de argumentos no está en condiciones de satisfacer las exigencias metodológicas propias de la ciencia.
Al querer explicarlo todo desde la confianza de un libro autoritativo (lo dice la Biblia), desde la confianza de una comunidad autoritativa (lo dice la Iglesia, el Magisterio, el papa, los teólogos…), la teología ha renunciado a criterios de razonabilidad tales como los que emplea la ciencia y su “modelo de la inferencia de la mejor explicación”.
En teología, como en cualquier otro campo de indagación humana, las proposiciones tienen que ser justificadas en función de su contenido, no en función de sus fuentes, por muy eminentes o reverenciadas que sean estas. Las afirmaciones basadas en la autoridad ya no bastan para justificar las creencias públicas.

La misión de la teología.
La teología debe adoptar el modelo de la ciencia de la inferencia de la mejor explicación. Con este método inferimos lo que, en caso de ser cierto, ofrece, de entre todas las alternativas posibles, la mejor explicación de los datos que somos capaces de generar.
En la inferencia de la mejor explicación, la manera de argumentar consiste en presentar aquellos aspectos de un asunto que favorecen una determinada conclusión.
Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con alguna de estas perspectivas. Pero lo que no se puede desconocer es la colaboración conjunta entre científicos y teólogos en la búsqueda de respuestas a problemas comunes y con la intención de un enriquecimiento mutuo.
Todavía hay quienes le temen a la ciencia y a la tecnología por miedo a poner en duda su fe.  Dentro de la dinámica del diálogo, en la búsqueda interior de un cristianismo adulto con una fe adulta en una Iglesia adulta, el creyente tiene que ver en el progreso científico y técnico un valor positivo y de bien para la humanidad, sin dejar de prestar atención para que tal progreso no se convierta en algo contrario a la dignidad del ser humano o que produzca más violencias y/o exclusiones sociales. Efectivamente, la fe no puede consistir en una posición ingenua que le impida tener una visión crítica de las limitaciones de la ciencia, la técnica y la tecnología y de las ambigüedades de sus aplicaciones.

Conseguir desarrollar una fe adulta.
Para la gran mayoría de creyentes, los desafíos que la ciencia le plantea a la fe son de carácter existencial, y no tanto académico, aunque en ocasiones lo incluyan. En la actualidad, afirma un gran estudioso de estos temas como Arthur Peacocke, “muchas personas no familiarizadas con la teología, permanecen vinculadas con las Iglesias cristianas, en el mejor de los casos, por la punta de los dedos. Ya que ponen cada vez más entre paréntesis amplias partes de las liturgias en las que participan, bien por ininteligibles, bien por imposibles de creer en su forma clásica, o por ambos motivos a la vez. Se constata una progresiva y alarmante disonancia entre el lenguaje devocional, litúrgico y doctrinal y la percepción que la gente tiene de su ser y su devenir en el mundo. Pues ahora esta se ve a sí misma cada vez más a la luz de las ciencias cognitivas e históricas. Lo que explica la ruptura fe-ciencia en la vida práctica de muchos creyentes”.
El diálogo fe-ciencia no es sólo cuestión de expertos. Ha de convertirse en un objetivo para el desarrollo de una fe adulta y de un cristianismo más significativo en el futuro. Ha de abarcar la inclusión de todos los creyentes en Cristo en este diálogo fe-ciencia.

Cuestiones:

1. ¿En qué sentido se puede decir que la metodología científica pone en tela de juicio la credibilidad de las religiones, del cristianismo y de la teología?
2. Explica con tus propias palabras qué son los "argumentos de autoridad". Propón algún ejemplo.
3. ¿En qué consiste “el modelo de la inferencia de la mejor explicación” de la ciencia?
4. ¿Cómo valora una fe adulta el progreso científico y tecnológico? ¿Ante qué se mantiene alerta?
5. Explica a partir de lo que se dice en la misma entrada, el significado de la siguiente expresión: “Para la gran mayoría de creyentes, los desafíos que la ciencia le plantea a la fe son de carácter existencial, y no tanto académico”.

domingo, 26 de marzo de 2017

EL VERDADERO PUNTO DE ENCUENTRO. DE LA EXCLUSIÓN A LA INCLUSIÓN (I)


El verdadero punto de encuentro.
De lo que llevamos visto en esta unidad podemos deducir que la ciencia y la fe no son dos cosas opuestas y enemigas entre sí. Como escribía el papa san Juan Pablo II, “... son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad” (encíclica “Fides et ratio”, nº1).

Fe y razón, caminos hacia la verdad.
Efectivamente, la Iglesia está convencida de que la fe y la razón se ayudan mutuamente. Aunque la fe está por encima de la razón, ninguna verdadera disensión puede darse jamás entre fe y razón, dado que el mismo Dios que revela los misterios e infunde la fe, puso dentro del alma humana la luz de la razón y Dios no puede negarse a sí mismo ni la verdad puede jamás contradecir a la verdad.
El mismo papa, el 25 de mayo de 2000, decía a los científicos: “La fe no teme a la razón… Si en el pasado, la separación entre fe y razón ha sido un drama para el hombre que ha conocido el riesgo de perder su unidad interior bajo la amenaza de un saber cada vez más fragmentado, vuestra misión consiste hoy en proseguir las investigaciones, convencidos de que para el hombre inteligente todas las cosas se armonizan y concuerdan”.

Fe y ciencia, complementarias entre sí.
Después de haber visto cómo muchas veces se toma por científico lo que no lo es y que la ciencia es buena y querida por Dios, podemos decir que la fe y la ciencia no sólo no so opuestas, sino que son complementarias.
La ciencia verdadera confirma nuestra fe y la fe debe apoyarse en las pruebas de la ciencia para comprender mejor y amar más al único Dios creador de todo el universo.
La ciencia nos debe llevar a conocer más las maravillas de Dios y a ver su amor en todas las cosas creadas. Todo ha sido creado por amor y debe llevarnos al amor, hacia Dios.
Si nos paramos a pensar cómo nuestro organismo y las cosas que nos rodean están compuestas de átomos y que todo tuvo su origen hace 15 mil millones de años en la gran explosión llamada “big bang”, comprenderemos que Dios ha creado todo para el hombre, para poder hacerlo su propio hijo y así darle una felicidad eterna.
Por eso decía Steven Weinberg, premio Nobel de física: “La misma ciencia que antes parecía haber <<matado>> a Dios, está restableciendo la fe según los creyentes. Los físicos se han tropezado con señales de que el cosmos está hecho a la medida para dar lugar a la vida y a la conciencia. Resulta que, si las constantes de la naturaleza, es decir, los valores invariables como la fuerza de la gravedad, la carga de los electrones y la masa de los protones, se modifican en lo más mínimo, entonces el átomo perdería su integridad, las estrellas no brillarían y la vida nunca habría surgido”.
El universo tuvo un comienzo, no existe la materia eterna. Alguien tuvo que dar comienzo a la materia primigenia, porque de la nada no sale nada y del azar cuesta pensar que pueda salir un mundo tan ordenado con leyes estables y un universo tan maravilloso.

De la exclusión a la inclusión.
Las relaciones cada vez más necesarias entre la fe y la ciencia convocan a ambas al logro de un mismo objetivo; una perspectiva del conocimiento que revalorice al ser humano, la vida y la naturaleza en general. Se trata de establecer, de manera imperiosa, puentes entre las ciencias y la fe y las humanidades en general y de desarrollar la interdisciplinariedad que permita revitalizar las diversas disciplinas e incrementar el caudal de nuestros saberes.

Falta de comprensión entre fe y ciencia.
La relación entre fe y ciencia ha variado mucho a lo largo de la historia (expresada en términos de oposición o de armonía). Las oposiciones han surgido, en la mayoría de las ocasiones, debido a una falta de comprensión y a una indebida intromisión de los estamentos religiosos y autoridades religiosas en el ámbito de la ciencia, o por las posturas intransigentes y “absolutizadoras” de los representantes de las ciencias, producto del materialismo científico.
Muchos creyentes aún hoy día ven en la ciencia una amenaza para su fe. Se cree que son incompatibles. Se toman posturas ambiguas y recelosas. Se tiene miedo a las preguntas que plantea la ciencia y que puedan hacer dudar la fe.
Para algunos hombres y mujeres de ciencia sigue siendo extendida la idea de que la fe religiosa no es más que un modo mágico e irracional de ocultar la ignorancia frente a los fenómenos naturales. Dios aparece como un recurso ante la incapacidad de encontrar una respuesta racional a un problema concreto. A medida que la ciencia pueda dar respuesta a ellos, piensan, Dios y la religión irán perdiendo espacio e irán desapareciendo.

Prejuicios científico-filosóficos sobre la fe.
No obstante, los profundos cambios de paradigmas en lo epistemológico, la mentalidad materialista, la racionalidad única, absoluta y unilateral, sigue presente y dominando en el mundo del conocimiento y de la investigación. El iluminismo filosófico y el positivismo científico siguen haciéndose fuertes en la universidad de hoy. Este hecho hace difícil todavía hoy, especialmente en la universidad pública y laica, el diálogo fe-razón, teología y ciencia…, pues mantiene una concepción prejuiciosa irracional y mágica sobre lo religioso. Se sostiene así una postura de negación del otro.
Paradójicamente, es posible constatar también hoy día una preocupación creciente por el estudio de lo religioso. Son cada vez más los hombres y mujeres de todas las edades que se preocupan por lo religioso, las creencias y sus profundas transformaciones. Ciencias como la antropología, la historia, la psicología, la filosofía, la política, la sociología, pero también otras como la medicina, la arquitectura, la ingeniería…, manifiestan un interés inusitado por el resurgimiento y las transformaciones de lo religioso hoy. Lo abordan desde sus propios recursos, intereses y objetivos. Hecho que abre la posibilidad de unas formas de diálogo renovadas entre la teología y estas ciencias.

Cuestiones:

1. ¿Qué misión encomienda el papa san Juan Pablo II a los científicos en la cita aludida del 25 de mayo de 2000?
2. ¿Cómo explicarías con tus propias palabras “la complementariedad de fe y ciencia”?
3. ¿Cuál es el objetivo común de la fe y la ciencia a partir de la correcta articulación de sus cada vez más necesarias relaciones?
4. ¿A qué se han debido históricamente las oposiciones entre fe y ciencia? Explica.
5. ¿Qué principales obstáculos encuentra el diálogo fe-razón, teología-ciencia todavía hoy?
6. ¿En qué consiste la paradoja actual acerca de lo religioso que se alude en la entrada?

viernes, 17 de marzo de 2017

CIENCIA Y TÉCNICA EN EL ÁMBITO DE LA FE




La relación entre fe y ciencia se reduce con frecuencia a esta fórmula: creer significa no saber o saber de manera meramente provisional. Con esto no sólo se determina la diferencia entre ambas, sino que se ofrece una clara caracterización donde la fe queda despreciada. Si ciencia significa un conocimiento fundado y seguro, si conocer equivale a la apropiación intelectual de lo que es y si la fundamentación de tal conocimiento descansa en la experiencia, entonces parece que la fe decae sin esperanzas ante la ciencia. En este caso, creer significa expresamente la renuncia a la experiencia, significa asumir afirmaciones y opiniones en virtud de la autoridad y del testimonio de otro. O dicho de otra manera, la fe es más fe, cuanto más es fe ciega.
Así las cosas, la realidad que se da en la fe, especialmente en aquella por la que se cree en Dios y en la fe cristiana, es la esfera de lo invisible, de lo inaccesible e incontrolable, que parece aproximarse a “lo irreal”.
Frente a este situación, el hombre concreto tendría estas dos opciones: o bien afirmar la existencia de una doble verdad, o bien el intento, parecido a lo anterior, de separar la fe y la ciencia en sus actos y en sus objetos, de manera que no hubiera ningún puente que uniera a ambas.

Los límites explicativos de la ciencia.
En el mundo de la ciencia, los científicos no tienen miedo en admitir que se mueven y limitan constantemente con las dimensiones del misterio, en el que la materia medible no se deja aferrar del todo por nuestros instrumentos e insinúa sutilmente un horizonte infinito de posibilidades.
Ahora bien, si esto es verdad para la “fe humana”, ¿qué se puede decir acerca de la “fe cristiana”, o bien, de la fe, que no es sólo confianza ante lo indemostrable, ante lo que excede a nuestra razón, sino que, más bien, se presenta como confianza ante una serie de verdades reveladas por Dios mismo como ciertas? 
Aquí también podemos afirmar sin problema alguno que la ciencia no contradice, ni podría aún queriéndolo, contravenir a la revelación religiosa. Porque en el fondo, del estudio de la materia en su actividad, no podemos extraer ninguna consecuencia fuera de decir cómo actúa y se comporta. Esto significa, simple y llanamente que el ámbito de la ciencia es limitado, y que su límite será siempre la actividad de la materia que puede comprobarse experimentalmente (aún cuando nos falte hoy la tecnología para hacerlo).
Por tanto, preguntarse a nivel científico si Dios existe o no, o si dijo o hizo tal o cual cosa, es ya de partida un problema mal planteado, pues se pide una respuesta que va más allá del campo de estudio de la ciencia y de las premisas que ella misma exige para considerar como valida dicha afirmación.

Los estudios teológico-filosóficos.
Un campo donde sí podemos en cambio afirmar y debatir tales contenidos sería el de los estudios teológico-filosóficos, donde la experiencia religiosa del hombre que en la historia se abre al misterio de Dios, puede ser tratada con un lenguaje y una serie de premisas más amplias que las del lenguaje científico.
Todo el ámbito de la actividad social, familiar, ética, artística, literaria, queda fuera del alcance de la ciencia, porque excede los parámetros de lo calculable y experimentable. Y sin embargo, todos estos ámbitos son el fundamento de nuestra cultura, de la dignidad humana, de las actividades que más nos cualifican como personas. O en otras palabras, como dice Carl von Weizacker, “si yo veo una puesta de sol puedo, mediante la espectroscopía física, explicar la intensidad de las diversas longitudes de onda que producen los colores hermosos del atardecer, y dar una razón de por qué ocurre así, pero no puedo dar una razón científica de por qué me gusta contemplar ese espectáculo. El que la puesta de sol sea hermosa no lo describe ninguna ecuación, no es algo cuantificable”.
En realidad, lo más grande que pueden y deben hacer las ciencias por el hombre es encontrar un camino para servirle y permitirle vivir su vida íntegramente, de tal manera que, a través de una mayor comprensión de la realidad en su dimensión cuantificable, pueda responder y vivir más plenamente las preguntas “de fondo” que caracterizan su existencia: ¿quién soy?, ¿de dónde vengo y a dónde voy?, ¿por qué existe el mal?, ¿qué hay después de esta vida?
Estas preguntas “de fondo” tienen su origen común en la “necesidad de sentido” que siempre acucia el corazón del ser humano y sin cuya respuesta no puede vivir plenamente la vida. De hecho, “de la respuesta que se dé a tales preguntas depende la orientación que se dé a la existencia” (San Juan Pablo II, Encíclica “Fides et ratio”, nº1).
Por eso, si las ciencias dejan de ayudar al hombre a responder integralmente a dichas preguntas y a vivir coherentemente según una auténtica respuesta de las mismas, acabarán por impedir que éste alcance su felicidad y la realización de su persona que tanto anhela.

Cuestiones.

1. ¿Qué consecuencias tiene para la articulación adecuada de las relaciones entre fe y ciencia la afirmación de que “creer significa no saber o saber de manera meramente provisional”?
2. ¿Puede la ciencia contradecir a la revelación religiosa? Explica por qué.
3. ¿Puede la ciencia afirmar o negar la existencia de Dios? ¿Dónde se sitúan concretamente los límites de la ciencia?
4. ¿Qué ámbitos de la vida humana quedan más allá de los límites de la ciencia?
5. ¿Desde qué campo sí podemos en cambio afirmar y debatir tales contenidos?
6. ¿Cuáles son las preguntas “de fondo” o “de sentido” comunes a todo hombre?
7. ¿Qué servicio puede prestar la ciencia al ser humano en relación con tales preguntas “de fondo” o “de sentido”?

lunes, 6 de marzo de 2017

LA FE RELIGIOSA EN UN MUNDO TECNIFICADO (II)



La Academia Pontificia de las Ciencias

La fe tiene cabida en la mentalidad científica y en el quehacer de los científicos. Prueba de este interés es la Academia Pontificia de las Ciencias. Desde 1902, año de su inauguración en la Ciudad del Vaticano, nada menos que 70 Premios Nobel han sido miembros de ella.
Los académicos son escogidos por sus eminentes estudios científicos originales y por su reconocida personalidad moral, sin discriminación étnica o religiosa, y son nombrados aún en vida mediante un acto soberano del Santo Padre como muestra del reconocimiento vaticano a su trabajo científico en pos del progreso de la humanidad.
La mayoría de los miembros fue seleccionada por la Academia Pontificia de las Ciencias aún antes de ganar el Premio Nobel.
En 2011, por primera vez en la historia, el papa Benedicto XVI nombró como presidente de la Academia a un científico no católico: el suizo Werner Aber, cristiano protestante, profesor emérito de Microbiología de la Universidad de Basilea y premiado con el Nobel de medicina por sus investigaciones en el campo de la genética. Además, el mismo Benedicto XVI, recibió y bendijo en el Vaticano al físico Estephen Hawking, que es declaradamente ateo, pero no es enemigo de la religión y mucho menos está cerrado al interesante debate entre ciencia y fe. El célebre científico participó en la plenaria de la Academia Pontificia de las Ciencias sobre el origen del universo, la evolución de la vida, Darwin y la teoría del diseño inteligente (o sea, la tesis de que el universo fue creado de acuerdo con un planteamiento inteligente y no como fruto de la mera casualidad). El título del congreso en el que Hawking participó en el Vaticano fue “Abordajes científicos sobre la evolución del universo y de la vida”.

Investigación.

Visita la página web de la Academia Pontificia de las Ciencias (www.pas.va) y averigua cuanto puedas acerca de su origen y desarrollo histórico, principales áreas de su interés, dónde se reúne, miembros, organización y relaciones con otras academias, relación con la Santa Sede, economía y financiación,  etc., etc.

LA FE RELIGIOSA EN UN MUNDO TECNIFICADO (I)



¿Qué es lo que dicen los científicos sobre acerca de la religión, la fe y Dios?

Es un hecho que las ciencias han nacido de un determinado uso de la razón humana; no son su única realización adecuada. Donde se para la ciencia, no se detiene el hombre. Ya lo decía I. Kant en su “Prólogo a la 2ª Edición de la Crítica de la razón pura”: “la razón humana tiene el destino singular, en uno de sus campos de conocimiento, de hallarse acosada por cuestiones que no puede rechazar por ser planteadas por la misma naturaleza de la razón, pero a las que tampoco puede responder por sobrepasar todas sus facultades”.
Efectivamente, si lo que se pretende es que absolutamente todo pase por el método científico, entonces sólo lo empírico experienciable tendría validez y cabida en nuestro mundo. Ahora bie, eso no es lo que plantean los científicos…
¿Qué es lo que dicen los científicos sobre acerca de la religión, la fe y Dios?
Para empezar, documenta la segunda columna de la siguiente tabla. La tercera columna la completaremos en la clase.


¿Quién es (fechas)? ¿En qué ámbito de la ciencia ha destacado?¿Por qué?
¿Qué dice acerca de la religión, la fe y Dios?
Albert Einstein

"La ciencia sin religión es renga, la religión sin ciencia es ciega". "Es posible que todo pueda ser descrito científicamente, pero no tendría sentido. Es como si describieran una sinfonía de Beethoven como una variación en las presiones de onda". "Ante Dios somos todos igualmente sabios, igualmente tontos". Lo más hermoso que podemos experimentar es lo misterioso. Es la fuente de todo arte verdadero y de la ciencia". "Hay dos maneras de vivir una vida; la primera es pensar que nada es un milagro. La segunda es pensar que todo es un milagro. De lo que estoy seguro es que Dios existe".
Louis Pasteur

"Cuanto más conozco, más se asemeja mi fe a la de un campesino bretón".
Arthur Compton

"Para mía, la fe comienza con la comprensión de que una inteligencia suprema dio el ser al universo y creó al hombre. No me cuesta tener esa fe, porque el orden e inteligencia del cosmos dan testimonio de la más sublime declaración jamás hecha: <<En el principio creó Dios...>>".
Ernst Boris Chain

"La probabilidad de que un acontecimiento como el origen de las moléculas de ADN haya tenido lugar por pura casualidad es demasiado minúscula para considerarla con seriedad...".
Max Born

"Sólo la gente boba dice que el estudio de la ciencia lleva al ateísmo".
Arno A. Penzias

"Si no tuviera otros datos que los primeros capítulos del Génesis, algunos de los Salmos y otros pasajes de las Escrituras, habría llegado esencialmente a la misma conclusión en cuanto al origen del universo que la que nos aportan los datos científicos".
Derek Barton

"No hay incompatibilidad alguna entre la ciencia y la religión... La ciencia demuestra la existencia de Dios".
Christian B. Anfinsen

"Creo que sólo un idiota es capaz de ser ateo".
Arthur L. Schawlow

"Al encontrarse uno frente a frente con las maravillas del universo, inevitablemente se pregunta por qué las únicas respuestas posibles son de orden religioso... Tanto en el universo como en mi propia vida tengo necesidad de Dios".
William D. Phillips

"Hay tantos colegas míos que son cristianos que no podría cruzar el salón parroquial de mi iglesia sin toparme con una docena de físicos".
Jerome LeJeune

"Abundan los científicos que creen en Dios. ellos son testigos de que, por la ciencia, el corazón humilde descubre la grandeza De Dios. la verdadera enemiga de la fe es la soberbia y no la ciencia".
Alexis Carrel

"Yo quiero creer, yo creo todo aquello que la Iglesia católica quiere que crea más y, para hacer esto, no encuentro ninguna dificultad, porque no encuentro en la verdad de la Iglesia ninguna oposición real con los datos seguros de la ciencia".
Lecomte Du Nouy

"Que aquellos que, sinceros y honestos, no admiten la necesidad de una fuerza organizadora trascendente, se limiten a decir no sé. Pero que se abstengan de influir en los demás. Aquellos que, sin prueba alguna, se esfuerzan sistemáticamente en destruir la idea De Dios, obran de un modo vil y anticientífico".
Pascual Jordan

"No afirmamos que la acción De Dios en la naturaleza se haya hecho científicamente visible o demostrable (...), sino que, en lo que concierne a la fe religiosa, la nueva física ha negado aquella negación; ha probado que son erróneas aquellas concepciones que habían sido abundantes antes como pruebas en contra de la existencia de Dios".
Gregorio Marañón

"Es evidente que la ciencia, a pesar de sus progresos increíbles, no puede ni podrá nunca explicarlo todo. Cada vez ganará nuevas zonas a lo que hoy parece inexplicable, pero las rayas fronterizas del saber, por muy lejos que se eleven, tendrán siempre delante un infinito mundo misterioso a cuya puerta llamará angustiado nuestro ¿por qué?, sin que nos den otra respuesta que una palabra: Dios".
Robert Jastrow

"La causa del universo no puede ser investigada estudiando sólo causas y efectos dentro del universo". "El extremismo de la ciencia moderna consiste en rechazar la teleología, la causa final; pero, con todo, hemos de reconocer que la teleología es un concepto metafísico, cuya última realidad no puede ser afirmada ni negada a base de evidencias empíricas".
John Eccles

"Tengo grandes esperanzas de que pronto remontaremos el largo y profundo bache de monismo materialista que se había extendido sobre el mundo intelectual como una oscura niebla que apagaba toda la brillantez y luminosidad de los ideales y de la capacidad creadora de los seres humanos. Confío en que podremos recuperarnos, mantener relaciones más sanas con el misterio de la existencia y liberarnos cada vez más de esta tiranía de las afirmaciones dogmáticas de los materialistas, que sólo pueden conducir a la desesperanza y al nihilismo".
Boris Croys

"Como he tratado de mostrar, la dimensión universal ha estado siempre presente en la tradición cristiana de Rusia, incluso en aquellas ocasiones en que estaba siendo pervertida. Por eso, es de esperar que esta misma dimensión esté cada vez más presente en el futuro una vez que los rusos lleguen a conocer mejor su filosofía y su teología".
Bernard Nathanson

"... Como científico no creo, yo sé y conozco que la vida humana comienza en la concepción y aunque no soy un religioso determinado, creo con todo mi corazón que existe una divinidad que nos ordena finalizar para siempre este triste y vergonzoso crimen contra la humanidad".
Henry Margenau

"Sabemos hoy que existen muchos fenómenos que se sitúan en la frontera, en la periferia de la ciencia actual. Fenómenos que aún no comprendemos, que permanecen en la oscuridad, pero que, sin duda, pasarán a formar parte del campo estudiado por la ciencia en el futuro".
Peter Higgs

"Aunque no soy creyente, no hay conflicto entre el Dios creador y lo que hemos descubierto del universo, es perfectamente posible tener creencias religiosas y ser a la vez científico".