La credibilidad de las
religiones.
Todas las religiones, pero en especial el cristianismo afronta nuevos
desafíos planteados por la exitosa metodología de las ciencias y por la visión
del mundo que esta ha generado.
Ciertamente, en la actualidad la visión científica del mundo cuestiona las
concepciones heredadas de la naturaleza, de la humanidad y de Dios.
La credibilidad de las religiones está en juego a causa de la repercusión
de las nuevas concepciones del mundo natural y del lugar que la humanidad ocupa
en él. Pero más aún, a causa de la desacreditación del pensamiento religioso en
general y de la teología cristiana en particular.
Para un elevado porcentaje de personas con formación, la teología cristiana
(o para el caso, la de cualquier otra religión) no es razonable; consideran que
no satisface los estándares de la vida intelectual moderna, sobre todo en su
relación con la ciencia.
La Iglesia no puede seguir forzando la inteligibilidad de la fe bajo el
“principio de autoridad”: lo dice el papa, el Magisterio, la Biblia, los
teólogos…, pues este este principio de argumentos no está en condiciones de
satisfacer las exigencias metodológicas propias de la ciencia.
Al querer explicarlo todo desde la confianza de un libro autoritativo (lo
dice la Biblia), desde la confianza de una comunidad autoritativa (lo dice la
Iglesia, el Magisterio, el papa, los teólogos…), la teología ha renunciado a
criterios de razonabilidad tales como los que emplea la ciencia y su “modelo de
la inferencia de la mejor explicación”.
En teología, como en cualquier otro campo de indagación humana, las
proposiciones tienen que ser justificadas en función de su contenido, no en
función de sus fuentes, por muy eminentes o reverenciadas que sean estas. Las
afirmaciones basadas en la autoridad ya no bastan para justificar las creencias
públicas.
La misión de la teología.
La teología debe adoptar el modelo de la ciencia de la inferencia de la
mejor explicación. Con este método inferimos lo que, en caso de ser cierto,
ofrece, de entre todas las alternativas posibles, la mejor explicación de los
datos que somos capaces de generar.
En la inferencia de la mejor explicación, la manera de argumentar consiste
en presentar aquellos aspectos de un asunto que favorecen una determinada conclusión.
Se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con alguna de estas perspectivas.
Pero lo que no se puede desconocer es la colaboración conjunta entre
científicos y teólogos en la búsqueda de respuestas a problemas comunes y con
la intención de un enriquecimiento mutuo.
Todavía hay quienes le temen a la ciencia y a la tecnología por miedo a
poner en duda su fe. Dentro de la
dinámica del diálogo, en la búsqueda interior de un cristianismo adulto con una
fe adulta en una Iglesia adulta, el creyente tiene que ver en el progreso
científico y técnico un valor positivo y de bien para la humanidad, sin dejar
de prestar atención para que tal progreso no se convierta en algo contrario a
la dignidad del ser humano o que produzca más violencias y/o exclusiones sociales.
Efectivamente, la fe no puede consistir en una posición ingenua que le impida
tener una visión crítica de las limitaciones de la ciencia, la técnica y la
tecnología y de las ambigüedades de sus aplicaciones.
Conseguir desarrollar una fe
adulta.
Para la gran mayoría de creyentes, los desafíos que la ciencia le plantea a
la fe son de carácter existencial, y no tanto académico, aunque en ocasiones lo
incluyan. En la actualidad, afirma un gran estudioso de estos temas como Arthur
Peacocke, “muchas personas no familiarizadas con la teología, permanecen
vinculadas con las Iglesias cristianas, en el mejor de los casos, por la punta
de los dedos. Ya que ponen cada vez más entre paréntesis amplias partes de las
liturgias en las que participan, bien por ininteligibles, bien por imposibles
de creer en su forma clásica, o por ambos motivos a la vez. Se constata una
progresiva y alarmante disonancia entre el lenguaje devocional, litúrgico y
doctrinal y la percepción que la gente tiene de su ser y su devenir en el mundo.
Pues ahora esta se ve a sí misma cada vez más a la luz de las ciencias
cognitivas e históricas. Lo que explica la ruptura fe-ciencia en la vida práctica
de muchos creyentes”.
El diálogo fe-ciencia no es sólo cuestión de expertos. Ha de convertirse en
un objetivo para el desarrollo de una fe adulta y de un cristianismo más
significativo en el futuro. Ha de abarcar la inclusión de todos los creyentes
en Cristo en este diálogo fe-ciencia.
Cuestiones:
1. ¿En
qué sentido se puede decir que la metodología científica pone en tela de juicio
la credibilidad de las religiones, del cristianismo y de la teología?
2. Explica
con tus propias palabras qué son los "argumentos de autoridad". Propón
algún ejemplo.
3. ¿En
qué consiste “el modelo de la inferencia de la mejor explicación” de la
ciencia?
4. ¿Cómo
valora una fe adulta el progreso científico y tecnológico? ¿Ante qué se
mantiene alerta?
5. Explica
a partir de lo que se dice en la misma entrada, el significado de la siguiente
expresión: “Para la gran mayoría de creyentes, los desafíos que la ciencia le
plantea a la fe son de carácter existencial, y no tanto académico”.
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