De lo que llevamos visto en esta unidad podemos deducir que la ciencia y la
fe no son dos cosas opuestas y enemigas entre sí. Como escribía el papa san
Juan Pablo II, “... son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se
eleva hacia la contemplación de la verdad” (encíclica “Fides et ratio”, nº1).
Fe y razón, caminos hacia la verdad.
Efectivamente, la Iglesia está convencida de que la fe y la razón se ayudan
mutuamente. Aunque la fe está por encima de la razón, ninguna verdadera
disensión puede darse jamás entre fe y razón, dado que el mismo Dios que revela
los misterios e infunde la fe, puso dentro del alma humana la luz de la razón y
Dios no puede negarse a sí mismo ni la verdad puede jamás contradecir a la
verdad.
El mismo papa, el 25 de mayo de 2000, decía a los científicos: “La fe no
teme a la razón… Si en el pasado, la separación entre fe y razón ha sido un
drama para el hombre que ha conocido el riesgo de perder su unidad interior
bajo la amenaza de un saber cada vez más fragmentado, vuestra misión consiste
hoy en proseguir las investigaciones, convencidos de que para el hombre
inteligente todas las cosas se armonizan y concuerdan”.
Fe y ciencia, complementarias entre sí.
Después de haber visto cómo muchas veces se toma por científico lo que no
lo es y que la ciencia es buena y querida por Dios, podemos decir que la fe y
la ciencia no sólo no so opuestas, sino que son complementarias.
La ciencia verdadera confirma nuestra fe y la fe debe apoyarse en las
pruebas de la ciencia para comprender mejor y amar más al único Dios creador de
todo el universo.
La ciencia nos debe llevar a conocer más las maravillas de Dios y a ver su
amor en todas las cosas creadas. Todo ha sido creado por amor y debe llevarnos
al amor, hacia Dios.
Si nos paramos a pensar cómo nuestro organismo y las cosas que nos rodean
están compuestas de átomos y que todo tuvo su origen hace 15 mil millones de
años en la gran explosión llamada “big bang”, comprenderemos que Dios ha creado
todo para el hombre, para poder hacerlo su propio hijo y así darle una
felicidad eterna.
Por eso decía Steven Weinberg, premio Nobel de física: “La misma ciencia
que antes parecía haber <<matado>> a Dios, está restableciendo la
fe según los creyentes. Los físicos se han tropezado con señales de que el
cosmos está hecho a la medida para dar lugar a la vida y a la conciencia.
Resulta que, si las constantes de la naturaleza, es decir, los valores
invariables como la fuerza de la gravedad, la carga de los electrones y la masa
de los protones, se modifican en lo más mínimo, entonces el átomo perdería su
integridad, las estrellas no brillarían y la vida nunca habría surgido”.
El universo tuvo un comienzo, no existe la materia eterna. Alguien tuvo que
dar comienzo a la materia primigenia, porque de la nada no sale nada y del azar
cuesta pensar que pueda salir un mundo tan ordenado con leyes estables y un
universo tan maravilloso.
De la exclusión a la inclusión.
Las relaciones cada vez más necesarias entre la fe y la ciencia convocan a
ambas al logro de un mismo objetivo; una perspectiva del conocimiento que
revalorice al ser humano, la vida y la naturaleza en general. Se trata de
establecer, de manera imperiosa, puentes entre las ciencias y la fe y las
humanidades en general y de desarrollar la interdisciplinariedad que permita
revitalizar las diversas disciplinas e incrementar el caudal de nuestros
saberes.
Falta de comprensión entre fe y ciencia.
La relación entre fe y ciencia ha variado mucho a lo largo de la historia
(expresada en términos de oposición o de armonía). Las oposiciones han surgido,
en la mayoría de las ocasiones, debido a una falta de comprensión y a una
indebida intromisión de los estamentos religiosos y autoridades religiosas en
el ámbito de la ciencia, o por las posturas intransigentes y “absolutizadoras”
de los representantes de las ciencias, producto del materialismo científico.
Muchos creyentes aún hoy día ven en la ciencia una amenaza para su fe. Se
cree que son incompatibles. Se toman posturas ambiguas y recelosas. Se tiene
miedo a las preguntas que plantea la ciencia y que puedan hacer dudar la fe.
Para algunos hombres y mujeres de ciencia sigue siendo extendida la idea de
que la fe religiosa no es más que un modo mágico e irracional de ocultar la
ignorancia frente a los fenómenos naturales. Dios aparece como un recurso ante
la incapacidad de encontrar una respuesta racional a un problema concreto. A
medida que la ciencia pueda dar respuesta a ellos, piensan, Dios y la religión
irán perdiendo espacio e irán desapareciendo.
Prejuicios científico-filosóficos sobre la fe.
No obstante, los profundos cambios de paradigmas en lo epistemológico, la
mentalidad materialista, la racionalidad única, absoluta y unilateral, sigue presente
y dominando en el mundo del conocimiento y de la investigación. El iluminismo
filosófico y el positivismo científico siguen haciéndose fuertes en la
universidad de hoy. Este hecho hace difícil todavía hoy, especialmente en la
universidad pública y laica, el diálogo fe-razón, teología y ciencia…, pues
mantiene una concepción prejuiciosa irracional y mágica sobre lo religioso. Se
sostiene así una postura de negación del otro.
Paradójicamente, es posible constatar también hoy día una preocupación creciente
por el estudio de lo religioso. Son cada vez más los hombres y mujeres de todas
las edades que se preocupan por lo religioso, las creencias y sus profundas
transformaciones. Ciencias como la antropología, la historia, la psicología, la
filosofía, la política, la sociología, pero también otras como la medicina, la
arquitectura, la ingeniería…, manifiestan un interés inusitado por el
resurgimiento y las transformaciones de lo religioso hoy. Lo abordan desde sus
propios recursos, intereses y objetivos. Hecho que abre la posibilidad de unas
formas de diálogo renovadas entre la teología y estas ciencias.
Cuestiones:
1. ¿Qué
misión encomienda el papa san Juan Pablo II a los científicos en la cita aludida
del 25 de mayo de 2000?
2. ¿Cómo
explicarías con tus propias palabras “la complementariedad de fe y ciencia”?
3. ¿Cuál
es el objetivo común de la fe y la ciencia a partir de la correcta articulación
de sus cada vez más necesarias relaciones?
4. ¿A
qué se han debido históricamente las oposiciones entre fe y ciencia? Explica.
5. ¿Qué
principales obstáculos encuentra el diálogo fe-razón, teología-ciencia todavía
hoy?
6. ¿En
qué consiste la paradoja actual acerca de lo religioso que se alude en la
entrada?
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