La bioética es un área del conocimiento nacida como consecuencia de los cambios científicos, tecnológicos, sociales y medioambientales ocurridos en la segunda mitad del siglo XX.
En su origen pudo ser confundida con una ética aplicada, dado que otra disciplina
más antigua y arraigada, la ética o filosofía moral, ya se venía encargando de
los aspectos teóricos de la acción humana.
Sin embargo, pronto se vio que la mayor parte de los problemas de los
que se hubo de ocupar la bioética, necesitaban no sólo una respuesta práctica
urgente que la ética clásica no podía ofrecer, sino también una distinta
fundamentación y un distinto método para la toma de decisiones.
Así, la bioética no ha hecho más que crecer en los países desarrollados,
dando lugar a un nuevo modo de plantear y resolver los problemas morales que
tienen que ver con la vida en un sentido muy amplio. Y como, al fin y al cabo,
la vida en general es el valor más importante de cuantos existen en la
naturaleza, la bioética ha venido absorbiendo a la ética tradicional al
transformarse en una “bioética global”, cuyo objeto de estudio abarca al ser
humano, las futuras generaciones y el medio ambiente.
1er
nacimiento de la bioética
Según se ha descubierto recientemente, el término “bioética” apareció
por primera vez en lengua alemana, acuñado por el teólogo protestante Fritz
Jahr el año 1927.
F. Jahr definió la bioética como la ética de las relaciones de los seres
humanos con los animales y las plantas. Esto significaba dar un duro golpe a la
ética predominante por aquel entonces; la ética kantiana.
Para I. Kant, el ser humano es el centro del universo y, por tanto, los
deberes se determinan con el criterio de universalización, según ordena el
imperativo categórico. Lo que al inicio del siglo pasado venía a decir Jahr es
justo todo lo contrario: todos los seres vivos tienen que ser tenidos en cuenta
en la determinación de los deberes morales y, por consiguiente, hay que elevar
el criterio de universalización a criterio de globalización.
La consecuencia última de esta idea es que el imperativo categórico se
transforma en un imperativo de responsabilidad, llamado por Jahr “imperativo
bioético”.
Aunque la propuesta de F. Jahr no terminó de cuajar en el difícil
contexto de la primera mitad del siglo XX, la idea constituía una auténtica
revolución copernicana en ética y, por lo tanto, antes o después había de
irrumpir nuevamente.
2º nacimiento de la
bioética.
El término “bioética” lo reintrodujo Van R. Potter a finales de los años
70 en un artículo titulado “Bioethics, the science of survival”.
Lo que Potter demandaba con la reintroducción del neologismo era algo
aparentemente tan sencillo como “una ética de la vida”, pues eso es lo que
significa etimológicamente “bio-ética” (del griego bíos = vida…), y para ello creía inevitable una nueva disciplina
que fuera capaz de comunicar, como si de un puente se tratara, dos orillas: la
representada por las ciencias de la vida y la representada por la ética o
filosofía de los valores.
No por casualidad, Van R. Potter
publicaría un libro titulado “Global Bioethics” (1988), donde “global” tiene un
significado más amplio que “universal”, pues incluye una reflexión moral sobre
el medioambiente y las futuras generaciones. De la reflexión moral centrada en
el presente del ser humano, se ha pasado, pues, a una reflexión sobre el futuro
de todos los seres vivos ya existentes o en vías de existir.
De ahí la consecuente concepción de la bioética como una “ética de la responsabilidad”.
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